miércoles, 12 de noviembre de 2008

La basura y la viga (Mt 7:1-5)









La basura y la viga (Mt 7:1-5)

Jesús ya había operado curas y libertaciones en muchas personas y enseñado en las sinagogas de Galilea.
Su fama se había divulgado por varios lugares y diversas personas eran llevadas a Él para que fueran curadas o liberadas de la dominación de demonios.

“Grandes multitudes lo seguían; eran personas de Galilea, de las *Diez Ciudades, de Jerusalén, de Judea y de las regiones que están en lado este del río Jordán”. (Mt 4:25)

En Mt 5:1-2, está escrito: “Y viendo la multitud, subió en el monte; y sentándose, se llegaron a él sus discípulos.Y abriendo su boca, les enseñaba, diciendo ...”

Bien, así comienza el primer Sermón del monte, y es exactamente sobre una parte de ese discurso que trata este texto.

El capítulo siete, del primero al quinto verso, nos narra Jesús hablando acerca de los juicios que hacemos de las personas. Y muchas veces, lo hacemos de forma precipitada, ¿¡no es verdad!?.
Cuando dice para no juzgaran y afirma que así no seremos juzgados, está dando, en otras palabras, la siguiente instrucción: hagan con las personas lo que desean que ellas hagan con ustedes y está enseñando la ley de la sembradura (cosechamos lo que plantamos), entonces si juzgamos, no es difícil encontrar quien nos juzgue, pero si no juzgamos, en los momentos más necesários, encontramos quien se compadezca de nosotros, aunque estemos errados.
En verdad, Jesús no quiere que seamos conniventes con los errores y pecados de las personas, pero no conviene que vivamos como se no tivésemos pecados y otros errores y, por eso, pudiérmos lanzar la primera piedra. Necesitamos recordar quién somos antes de nos considerar santos y buenos lo suficiente para vivir como si fuéramos magistrados.
Es possible ser contra las transgresiones de las personas sin denegrir su imagen, matarlas interiormente y sin transmitir la idea de que somos SUPERCRISTIANOS; cosa que, reconozcamos, nadie es.
Jesús dijo: “Por qué es que usted vé la basura que está en el ojo del su hermano y no repara a trave de madera que está en su propio ojo? Cómo es que usted puede decir a su hermano: ‘Dejeme quitar esa basura de su ojo’, cuándo usted está con una trave en su propio ojo? Hipócrita! Quite primero la trave que está en su ojo y entonces podrá ver bien para quitar la basura que está en ojo de su hermano”. (Mt 7:3-5)

Al decir esas palabras, el Señor estaba enseñando algo que necesita ser una realidad en mi y en su vida. Él desea que reconozcamos nuestros errores antes de apuntar los de otras personas, al final puedo incurrir en el error de criticar duramente a alguien por tener algún defecto, sin darme cuenta de que también lo tengo.
En la verdad, no es fácil convivir con alguien muy semejante a mí en lo que respecta a las limitaciones, sino que esté esciente de los propios errores, es decir, de las cosas que necesitan ser cambiadas en mi vida, sean pecados o no. Cuando consigo entender mejor quién soy, se hace más fácil aceptar alguien que tenga los mismos defectos. Sabiendo realmente quién soy, tengo mayor dificultad en juzgar y mayor facilitad en ejercer misericordia. Solo tiene facilitad en juzgar y, por consiguiente, dificultad en ser misericordioso quien no se conoce a sí mismo lo bastante para saber que es un gran pecador y lleno de otras limitaciones.
La mayoria de las personas aún no si dio cuenta de eso, pero teniendo la debida atención, percibimos que se trata de una grand verdad.
El Señor nos orienta a no juzgar exatacmente por saber cuánto débiles y pecadores somos.

* Decápolis.

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